Seamos sinceros, a un gato, lo normal es que no le guste nada ir al veterinario. Un sitio en el que cada vez que va, lo manosea un extraño que para colmo le hace cosas que duelen o molestan… los gatos lo tienen muy claro, mejor no ir nunca. Pero claro, para eso estamos los humanos, para llevarlos; porque es por su bien, ya sea porque están malitos o para prevenir enfermedades futuras.
Y hay una serie de cosas que podemos hacer para que esa visita que hacemos sea un poco menos estresante o molesta para él.
Tu relación con el veterinario debe ser de mutua confianza, tu gato no habla, por lo que debes ser tú el que le diga qué crees que le puede pasar a tu gato, qué ves que te hace sospechar que algo no va bien. Diagnosticar a los gatos a veces es difícil, porque tienden a no expresar el dolor y a hacer cosas raras. Si crees que tu veterinario no te entiende, no entiende a tu gato o no te gusta, cámbialo. Hay muchísimos enamorados de su profesión, con los que puedes darle una vida plena a tu gato, no te quedes con el primero al que fuiste o con el que te queda más cerca de casa. Yo he tenido mucha suerte, el veterinario de Linda era una pasada, y ahora que ya no vivo en la misma ciudad, la veterinaria de Antas y Goldie me encanta, se nota que le gusta lo que hace y conoce muy bien a los gatos.
Con Linda, lo de ir al veterinario era un horror. Ya antes de ir, en cuanto veía el transportín se metía debajo de la cama y no había forma de sacarla de allí, luego no había forma de meterla en el transportín y luego en la consulta no había manera de sacarla. Y cuando la sacábamos… ella lo pasaba fatal, yo lo pasaba fatal y hasta el veterinario lo pasaba mal. Así que con Antas y Goldie me propuse que buscaría todo tipo de información y trucos para que no lo pasasen así, y bueno, no puedo decir que les entusiasme ir, pero la diferencia con Linda es abismal.
De algunas de las pautas a seguir ya hemos hablado en los dos post anteriores: Usar feromonas faciales sintéticas y acostumbrarlo al transportín. Es muy importante que tu gato sienta que el transportín es su refugio, y eso ya vimos que es fácil en el post anterior. Y las feromonas, le hacen sentirse más tranquilo. Cada vez hay más consultas en las que las usan en difusores eléctricos.
Es importante acudir siempre al veterinario con cita previa, así tendrás que estar el mínimo tiempo necesario esperando, y evitarás generar más estrés en tu gato (allí dentro seguro que oirá a otros gatos o perros) Yo suelo pedir la cita para las horas en las que hay menos gente, y a primera hora en la mañana o en la tarde, para entrar directamente. Hay algunas clínicas veterinarias que tienen salas de espera diferentes para gatos y perros, pero si no es el caso en el tuyo, y hay algún perro esperando, pídele si te puedes poner en otra parte con tu gato, si ves que le dan miedo los perros. Nunca le abras el transportín en la sala de espera, aunque te de penita y quieras acariciarlo, podría escaparse. Es preferible que tapes con una mantita el transportín, para que, aunque huela a otros gatos o perros, no los vea. Abre el transportín en la consulta, cuando el veterinario esté dentro.
Lo mejor que puedes hacer cuando estés ya en la consulta, es abrir la parte superior del transportín (lo explico en el post del transportín), pero si no se puede destapar, abre la puerta y deja que salga por él mismo a explorar un poco si quiere. Procura no sacarlo a la fuerza, si no quiere salir, inténtalo con mimos o con chuches, o incluso con algún juguete que le guste.
Cuando un gato reacciona mal al dolor, es muy posible que intente defenderse con uñas y dientes, y debes tener cuidado, porque por regla general el dueño es el que se lleva la peor parte. Nos confiamos creyendo que nuestro lindo gatito no nos va a hacer nada, y créeme, un gato dolorido no conoce a nadie. El veterinario está acostumbrado a manejarlos, es mejor que le dejes a él. Si te pide ayuda, sujétalo con firmeza, pero con cariño. Lo que sí puedes hacer es intentar calmarlo hablándole y permaneciendo siempre en su campo de visión. Que pueda verte en todo momento le hará sentirse seguro.
Si tu gato aún es pequeño, con estas pautas te será mucho más fácil acostumbrarlo a ir al veterinario. Con gatos adultos, rescatados de la calle, o que han sufrido abandono, a veces es muy difícil, sobre todo si están enfermos y sufren dolor. El veterinario puede recetarte algún tipo de medicación si lo viera necesario, un par de días antes, para que llegue ya relajado, y si nada funciona, habrá que sedarlo. Es una solución que puede parecer un tanto drástica pero que se hace mucho con gatos que no se dejan tratar. A nuestra Linda una vez al año la sedábamos; y aprovechaban para bañarla, vacunarla y hacerle su revisión. No nos gustaba nada, pero era la única manera!
Antas y Goldie la primera vez que fueron, las dejaron que anduvieran por toda la consulta olfateando y cotilleando primero, y la verdad es que fue muy bien. Las siguientes veces, ya se dieron cuenta de a lo que iban, y, aunque en la clínica las tratan fenomenal y son muy cariñosos con ellas, han decidido hacerse las muertas cuando les abro la parte de arriba del transportín. Esconden la cara en una esquina y no se mueven, parece que están dormidas. Tengo que confesaros que la primera vez que lo hicieron, me preocupé por si se me había pasado la mano con las feromonas, pero Cristina, su veterinaria, me aseguró que no existe la sobredosis de feromonas :). La siguiente vez que fueron, probé a no ponérselo, y se hicieron las drogadas igualmente, así que ya me quedó claro que esa iba a ser su “modus operandi” en el veterinario. Pero bueno, viene genial porque acabamos en un periquete, les cortan las uñas y todo y ni un maullido, ni la más mínima resistencia a la vacuna, la desparasitación y a su revisión. Una de las veces, la veterinaria tuvo que salir de la consulta y levantaron la cabeza, pero en cuanto escucharon que regresaba, se volvieron a hacer las muertas!!! A nuestra veterinaria le da pena, porque quisiera achucharlas o darles un mimo, pero como están “ausentes”…
Al volver a casa, debes darle su tiempo para querer salir del transportín, lo mejor es que le abras la puerta y lo dejes en su “santuario” o espacio seguro con sus cosas, hasta que se tranquilice por sí mismo, si tu gato es de los que les cuesta volver a la normalidad. Antas y Goldie una vez que llegan a casa, están como si nada, pero también es cierto que ellas, afortunadamente, no han tenido de momento ninguna dolencia, sólo han ido al veterinario por revisiones y vacunas. Déjalo tranquilo, a veces quieren dormir, no les pasa nada, simplemente vienen cansados del ajetreo de salir de casa. También se recomienda, si tienes un hogar con varios gatos, que lo dejes en una habitación aparte hasta que recupere su olor, es decir, que una vez vuelva de la clínica, le des tiempo a lamerse, a “limpiarse” del olor a gato asustado, dolorido, que ha tomado medicamentos, al que lo han tocado otros humanos, e incluso puede que haya cogido el olor de otros animales que hayan estado también allí. Una vez que hayan pasado unas horas, seguramente ya no confundirá al otro gato con su olor.
La paciencia, como siempre con los gatos, será la clave para que la visita al veterinario sea cuanto menos, llevadera para tu gato. A veces hay que usar también la empatía con ellos, a casi todos los humanos nos da algo de miedo ir al médico o que te pongan una vacuna (aunque en plena pandemia muchos las estemos deseando, jeje), ¿cómo no les va a dar miedo a nuestros mininos? Estoy segura de que con estas pautas lo vamos a hacer más llevadero para ellos, ¿y tú, tienes algún truco que quieras compartir conmigo? ¿Tienes alguna duda sobre lo que escribo en este post? Escríbeme, prometo contestar lo antes posible. Hasta el próximo jueves!!!