Rutinas demasiado estrictas

De las primeras cosas que te dejan claro cuando te quieres informar sobre los gatos es que son animales de costumbres, de horarios, de rutinas, que odian los cambios… vale, eso me ha quedado claro, pero… si a un ser maniático le das carta blanca a sus manías, puede que eso le haga serlo todavía más, verdad? 

Casi todo el que lleva por vez primera un gato a casa, se llena de buenos propósitos y comienza llevando a cabo todas las indicaciones que te dan cuando eres primerizo. Adaptas tu vida a la llegada de este nuevo ser a tu hogar. La arena la limpias a diario, sus comidas se las das a la hora indicada, a temperatura ambiente si es húmeda o BARF, le cepillas todos los días (si se deja), le haces muchas fotos y te pasas el día pendiente de él porque, hablemos claro, tu gato es monísimo y sufres de “gatunitis”, o lo que es lo mismo, enamoramiento gatuno agudo. Pero… ¿te has parado a pensar en qué sentiría tu gato, si en algún momento esto cambiase? No me refiero a que se te pase el efecto de la “novedad”, no tiene que ser algo voluntario, sino a que tu vida cambie, que tengas un pico de exceso de trabajo, una enfermedad, un viaje ineludible…. Creo que para este tipo de situaciones, si has trabajado con tu gato en unas rutinas «flexibles», todo será mucho más fácil para ambos.

Hoy en día, inmersos como estamos en esta pandemia mundial, podemos ver en la red muchísimos consejos para la adaptación a la “nueva normalidad” de nuestras mascotas. Animales que llegaron a sus nuevos hogares en pleno confinamiento, cuando hubo que empezar a salir, no llevaron nada bien quedarse solos porque la mayor parte de su existencia la pasaron en casas llenas de gente, con toda la familia pendientes de ellos, con tiempo para todo, y los pobres animalitos, cuando sus humanos se fueron, se encontraron con una casa para ellos solos y mucha tristeza y soledad mientras no volvían, porque era algo a lo que no estaban acostumbrados. No habían aprendido que los humanos salen de casa, que vuelven, y que a veces se vuelven a marchar para ir a extraescolares, de compras, o a tomarse una cerveza en el bar del barrio. Pero que vuelven, que no se van para siempre; eso de entrada, no lo saben, y mientras lo asimilan, lo pasan mal, lloran y puede que hagan algún destrozo por la ansiedad que les produce, y también para llamar tu atención. No es algo nuevo, ni algo que sólo haya pasado ahora con esto de la pandemia. Ha pasado siempre, es buena idea coger al gato mientras estamos de vacaciones, que tenemos más tiempo para educarlo, pero se nos olvida algo muy importante: adaptarlo a que pueda quedarse solo un tiempo, a que otra persona pueda cuidarlo si tú te ausentas durante unos días, etc… Es muy gratificante para el ego sentir que hay un ser vivo que sólo puede vivir por y para ti, pero si lo quieres, debes pensar en qué pasaría con él si tú, por las circunstancias que sean, no vas a poder estar. 

La ansiedad por separación es un trastorno que puede afectar no solo a los perros, si no también a los gatos, sobre todo ahora cuando consigamos la ansiada inmunidad con las vacunas y comencemos de nuevo a salir más de casa. Por eso, hay una serie de medidas que podemos tomar con nuestros mininos para que no la sufran más adelante, aunque hay que tener muy en cuenta que también influye, como ya hemos hablado en otros post anteriores, la “gatunalidad” de tu gato, pero, sobre todo, de nosotros mismos, de cómo lo eduquemos y a lo que lo acostumbremos. Para mí es un error eso de acostumbrar al gato a contentarlo en todo momento. Yo no sé a vosotros, pero a mí me chirría eso que algunos dueños de gatos dicen: “ Hola, soy Maripuri y soy la esclava de mi gato Pepe”. Ojiplática me dejan, la verdad, porque los hay que lo dirán en broma, pero yo creo que muchos lo dicen en serio. Y seamos sinceros, una relación así no es sana, ni para el humano ni para el gato, eh?

Los gatos que sufren ansiedad por separación suelen hacer sus necesidades en cualquier parte menos en su arenero, suelen llorar durante casi toda tu ausencia, arañar muebles, mostrar agresividad a veces y sobre todo, sufren mucho. Qué podemos hacer para evitarla? Pues es muy sencillo y tiene toda la lógica del mundo: No centrar tu vida en el gato, no convertirlo en un pequeño tirano. Por ejemplo, vale que durante la semana le das su ración de comida nada más levantarte, pero… por tener gato ahora vas a ponerte el despertador los fines de semana porque son animales de costumbres y claro, no quieres que sufra. Pero… y tú? ya nunca más disfrutarás de quedarte hasta tarde en la cama? Si eres de los que me está leyendo y pensando: “nada me importa más en esta vida que el bienestar de mi minino”, te diré, en que pienses en el día en el que te vayas de fin de semana y la persona que se queda al cargo de ponerle la comida no puede llegar antes, o que un día te tengas que operar de apendicitis; tu gato, además de echarte de menos también sufrirá el cambio en su rutina. O si tienes acostumbrado a tu gato a jugar con la pluma todos los días de 8 a 9 y ese día tienes una cena de trabajo, o de amigos…

HCOR4906 (1)Nosotros en casa con Goldie y Antas no seguimos horarios estrictos, ni demasiadas rutinas, es decir, claro que les doy sus raciones de comida, pero… en horarios flexibles; y yo que soy ama de casa, o sea, mi propia jefa, podría llevarlos a rajatabla, pero no quiero que se acostumbren a eso. Durante la semana, les doy su primera ración de húmedo más o menos a la misma hora, pero el fin de semana les toca un poco más tarde, y ellas lo tienen claro. Como tienen pienso en libre disposición, es raro que me pidan comida, soy yo la que se la da, las llamo, y vienen volando, porque les gusta mucho más; pero incluso algún día no se la he dado, las he dejado sólo con pienso. Esos días me miraban con cara de “Dame aaaalgooo”, pero como no se lo daba, pues se iban al cuenco del pienso. Me daban penita mis pitufas, eh?, no soy una humana desnaturalizada, pero quiero que se acostumbren a que si algún día no hay nadie para darles su ración, no pasa nada.

Procuro que me vean salir cuando me voy a la calle, (aunque ahora lo hago poco, la verdad), para que se acostumbren, pero me voy sin dramas, sin despedirme con voz de pena ni angustia, sino: “adiós, gatitas, ahora vuelvo”, y al volver, lo mismo, sin hacer fiesta ni dar premios ni nada; porque aunque parezca que no, los animales, no sólo los gatos, perciben mucho nuestro tono de voz, la ansiedad, etc… Cuando todo esto pase, volveremos a salir los fines de semana, por las tardes iré con mi enano al parque, tendré cenas con amigos… y no quiero que mis gatas lo pasen mal por mi culpa, ni yo condenarme a estar en casa todo el día por ellas, no es justo, ni bueno para ellas. Los gatos son autónomos, llevan relativamente bien la soledad si les dejas sus necesidades cubiertas. 

 

Lo mismo con el juego, hay tardes que jugamos más con ellas, y otras menos, e incluso hay días que no jugamos, porque, como se tienen la una a la otra… Pero lo estoy haciendo a propósito, porque no quiero que se acostumbren a que pasemos todo el día jugando y el día que no lo hagamos, lo sufran. Quiero que se acostumbren a ser independientes, es decir, quiero que sean gatos. Muchas noches en las que los niños están ya en la cama y nosotros estamos viendo algo en la tele, Antas y Goldie deciden que lo de la mantita y el sofá esa noche no, que ellas prefieren jugar a las carreras, a pelearse entre ellas y no nos dejan tranquilos. Pues yo las echo fuera del salón, sin paños calientes, y ellas ya saben que, cuando les digo: “ Venga, a jugar al pasillo”, se acabaron los saltos de sofá en sofá, y se van tan campantes a seguir a lo suyo. Al principio me observaban con carita de pena a través del cristal de la puerta, Antas maullaba con pena y llamaba a la puerta, y Goldie ponía la carita del gato de Shrek, pero como no les hice caso, pues dejaron de hacerlo. Así de fácil, no hay porqué hacer un drama. Se ponen a jugar entre ellas y tan contentas, cuando salgo del salón me siguen queriendo lo mismo y no me lo echan en cara ;). El problema de los humanos con sus mascotas es que tendemos a humanizarlos, a que sean como bebés toda su vida, y el día que les falta su “padre o madre”, lo pasan fatal, y eso no lo quiero para mis gatas. Es muy importante su alimentación, las visitas al veterinario, el arenero, los juguetes… pero no nos olvidemos de la salud mental de tu gato, y de la tuya!! Para que tu gato sea feliz, tú también tienes que serlo, y no basar la convivencia en una cuestión de vasallaje. Y tú? Estás de acuerdo? Tienes algún truco que quieras compartir con nosotros? Escríbeme, prometo contestarte lo antes posible, si no te quieres perder mis próximas entradas, suscríbete; y si te ha gustado, dale al me gusta que encontrarás aquí abajo. Hasta el próximo jueves!!

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